Blog colaborativo

lunes, 25 de noviembre de 2013

EL SILENCIO DE LAS PALABRAS: fragmento

                         
Nací con un don. No para algo entretenido, como el baile, la comedia o ese tipo
de cosas, no. Lo que siempre se me dio bien es estudiar. Aprendía con rapidez y
sin apenas esfuerzo; como si el colegio fuera una enorme maquinaria y yo, una
pieza que encajaba a la perfección en su engranaje. Con esto no quiero decir que
siempre  me  hayan  resultado  sencillos  los  estudios.  Casi  no  hablaba  inglés
cuando  mi  madre  y  yo  llegamos  a  los  Estados  Unidos,  por  lo  que,  durante
mucho tiempo, tuve que trabajar duro.
Dice un proverbio chino que el destino es como un temporal de vientos
que,  provenientes  de  todos  los  rincones,  azotan  nuestras  vidas  y  nos  empujan
por las sendas del tiempo; quienes posean fuerza de voluntad, lucharán contra
la  tormenta  y  podrán  escoger  su  propio  camino,  mientras  que  los  débiles
acabarán  allá  adonde  los  lleve  la  tempestad.  Yo  puedo  afirmar  que  no  me  he
dejado arrastrar por los vientos, sino que he salido adelante gracias a la firmeza
de  mis  decisiones.  Durante  toda  mi  existencia  he  anhelado  aquello  que  se  me
negaba.  Llegó  un  momento  en  el  que  parecía  que  todo  lo  que  siempre  había
deseado estaba por fin al alcance de mi mano, pero entonces tomé una decisión
que cambiaría por completo el devenir del resto de mi vida.

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